miércoles, 3 de agosto de 2011

SOMOS CIUDADANOS, NO SOMOS CLIENTES NI CIEGOS

Por: José Leandro Flores                                                                                                                                          facilitador                                                     hthttp://oracionydialogo.blogspot.com/                                           hthttp://2011eda.blogspot.com/

Reflexiones de ciudadanos del nivel medio de educación de adultos.

1.       La fuente de nuestros derechos y deberes.
Mi nombre es Gabriel, y formo parte de la experiencia de educación de adultos. Una instancia para valorar la información, reflexión y aplicación en nuestra vida cotidiana de aquellos principios y valores que encontramos en nuestros diálogos ciudadanos. Y considero que lo nuevo es que ahora podemos analizarlos y reflexionar juntos como ciudadanos, es decir sintiéndonos personas que somos parte de una sociedad, de la cual somos corresponsables de su devenir.  Esto es posible cuando nuestra experiencia de educación no se reduce a una transmisión de datos, sino en un espacio para desarrollarnos en lo cognitivo, emocional y espiritualmente.
Esto nos induce a buscar la información yendo más allá de los estadios de desinformación  que provienen de los monopolios mediáticos. Ya esto constituye para mí, María,  un verdadero descubrimiento, al darme cuenta como grandes temas de interés social y público son ignorados y ocultados con alta frecuencia. Así mismo es algo nuevo para mí poner las cosas en su contexto; de modo que ya no quedo conforme con saciarme con las “noticias”, sino que busco los “temas”, que conllevan análisis, historia y presentación de los procesos.
Efectivamente, Gabriel, que hay una gran diferencia como de la tierra al cielo en los dos ámbitos a que te refieres. Algo similar me pasaba a mí, al punto de desinteresarme por completo de la “cosa pública”, y no me daba cuenta que estaba permitiendo el despojo de lo más esencial de mí: ser un ente social. Lo cual es la fuente de mis derechos y deberes. Atributos que me llevan a ocuparme y preocuparme por la suerte de la sociedad a la cual pertenezco. Y  no puedo dejar por ningún motivo en manos de una clase política que se apropie de nuestro destino.
Por eso me alegro de contar con esta experiencia de educación que nos orienta a ocuparnos responsablemente de nuestra formación y educación. Es decir, responderme a las preguntas: ¿Qué es lo necesito aprender? ¿Cómo lo puedo aprender? Y ¿Cómo lo debo aplicar? Esto es un aprendizaje significativo, útil y práctico.  Hecho del cual emana una mayor disposición e interés de mí parte, porque me doy cuenta que nuestra formación en nuevos conocimientos, valores, y con conciencia ciudadana y ecológica es de lo más importante en este periodo de la Historia que nos toca vivir y actuar, y no solo contemplar o ignorar con indiferencia.
Este cambio de mentalidad me induce a un cambio de sensibilidad. Hoy puedo comprender que uno no tiene ningún derecho a reclamar del mal estado del sistema social y ecológico si uno no hace nada por mejorarlo o cambiarlo. Al mismo tiempo que puede admirar a quienes son personas generosas con sus semejantes, poniendo su tiempo y capacidades en la tarea de buscar el bien común.
Efectivamente,  toda persona está revestida de una ciudadanía que le da su carta de pertenencia a una sociedad, a un pueblo, a una Historia; sin dejar de tener en cuenta que “pertenecer” significa “participar”. La pertenencia en forma pasiva se convierte en una forma de ser parásito. Es importante, entonces, que tengamos conciencia que la fuente de derechos y deberes somos nosotros mismos, por el hecho de ser personas.

2.       Las sociedades han comenzado a cambiar como lo está haciendo la Naturaleza.
Sabias las personas que aprenden a interpretar los signos de la Naturaleza; y necias las que no las atienden. En este periodo en que claramente la Naturaleza esta expresándose por todas partes del globo terráqueo, me siento interpelada por la Naturaleza, la misma que nos alimenta, de quien provenimos y a quien volvemos, como al seno de una madre.
Mi desafío es entender y establecer una comunicación amorosa y permanente con la Naturaleza, tal como ella lo hace conmigo. De tal manera, que la definición de ser un ser comunicacional o un ser social por naturaleza no me distraiga ni aparte de aquella primera realidad y condición: la de ser energía. Esto es lo que todos tenemos o somos en común en medio de la gran diversidad. Y considero que quedarnos o absolutizar la diversidad ha sido un grave error. Por ejemplo, el antropocentrismo que en su versión más corrompida es la egolatría.
Ese camino nos ha llevado a una sociedad a encerrarse en sí misma y desconectada del mundo. Una sociedad así, es una sociedad artificial y perjudicial para sí misma y para la Naturaleza. ¿No te parece, Gabriel?
Efectivamente, María, creo que esto ha sido nuestro error histórico como humanidad de este periodo. Y es evidente que la Naturaleza no da más.  Y en esta relación no hay empate, sino que  claramente somos nosotros como especie los  que llevamos la de perder. El Universo tiene miles de millones de años, nosotros somos un punto en dicha línea del tiempo. Por eso debemos reaccionar con intuición, amor y creatividad.
La Historia conoce de revoluciones, pero hoy día, pienso, que necesitamos de la revolución hacia dentro de nosotros mismos, es decir, que cambiemos nuestra forma de pensar y de actuar. Tenemos que para el consumismo desenfrenado; irracional, no solo por quienes son víctimas, sino también por quienes lo impulsan valiéndose de la publicidad sin ética.
Me parece que este camino si bien es arduo, es posible asumirlo con disciplina, coraje e imaginación. Si bien debo reconocer que antes de esta experiencia de educación de adultos con enfoque andragógico, también reconozco que es maravilloso plantearse estos desafíos para vivir. Creo que el odio tiene muchas caras,  y una de ellas es la indiferencia como consecuencia del egocentrismo. Creo que tenemos que globalizar la energía del amor hecho solidaridad.
No perdamos los sueños.
El día en que nos quedemos sin ellos, será el ocaso de nuestra especie.
No importa la edad; importa la energía que sostiene y mueve la vida.
¿Dónde la buscaremos? ¿Dónde la encontraremos?
En la inocencia de todos los seres que nos rodean. Esa inocencia que calla, y nos grita desde el silencio, desde la noche, desde la paz. Nuestra razón necesita complementarse con nuestro espíritu .
Si trabajamos nuestro desarrollo espiritual con la misma intensidad con que hemos desarrollado nuestra racionalidad, entonces estaremos listos para inaugurar una nueva Humanidad.
               
3.       El futuro es hoy.
Cuando concurrí a estudiar no tenía idea de los métodos y enfoques de estudio en nuestros días y en nuestra realidad, solamente una idea vaga de sus contenidos por lo que escuchaba en los comentarios de pasillo. Más en mis primeros pasos en alfabetización digital hacia el  uso inteligente y responsable de la red, poco a poco voy tomando conciencia de esta tremenda sentencia.
Sería tremendo que no nos diéramos cuenta de lo que está en juego en nuestro presente. Por mucho tiempo el ser humano venia para vivir y morir en una misma cultura arraigada. Nosotros en cambio, lo que tenemos es una cultura derrumbada en sus cimientos. Con una particularidad que hoy día no son individuos heroicos que se levantan, sino que son los pueblos o grandes masas de seres humanos por todo la faz de la Tierra, que contienen tanta fuerza como verdaderos tsunamis sociales,  con la particularidad que van revelando una nueva faz de la sociedad.
Siento que tenemos el privilegio de recibir una invitación de la Historia para acercarnos a la mesa de la participación en una etapa en que hay que poner los nuevos cimientos de todo, de una nueva cultura con instituciones que respondan a las nuevas necesidades de la Humanidad por su subsistencia.  Y en esto, Gabriel, no deseo caer en la exageración, pero tampoco dar la espalda a los verdaderos retos que tenemos.
Efectivamente, María, es una de las aprehensiones que podemos sentir, sobre todo ante la indiferencia y reacción de algunos. Sin embargo, no somos los primeros ni los únicos que tenemos esa conciencia ante la realidad que vivimos. Y lo más importante, a mi parecer, es que esto nos motiva a entregarnos con todas nuestras fuerzas a trabajar con ahínco en nuestra preparación profesional a para tratar estos grandes temas.
No hay tiempo que perder. La calidad del futuro para nuestra especie y nuestro planeta está en nuestras manos; depende del grado de ética y responsabilidad con que procedamos los seres humanos. Esto constituye para mí una verdadera “revelación”, dada mi condición anterior, antes de entrar a la Educación de Adultos. Entonces presumía de ser un joven desentendido de todas estas materias. En cambio ahora constituyen el centro de mi quehacer diario. Y representan mi ruta a caminar.
El Universo nos contempla,
Y nosotros nos sentimos habitantes de una aldea global:
La hambruna y muertes por sed de millones de seres humanos no nos dejan indiferentes;
Somos parte de la suerte que corre cualquier ser vivo,
Y tenemos que pasar de la omisión a la acción.
Una acción que no procede de la ceguera ni del odio,
Sino de la luz y del amor.
El sentido común es la fuente de esa luz,
Y el miedo y la cobardía ceden ante la fuerza del amor.
No hay opción más importante que ésta en esta hora de parto,
La nueva civilización que tiene que aparecer necesita de nuestro concurso
Para quedar incluidos.
El Universo con sus miles de millones de años nos acoge pacientemente,
Pero la paciencia se acaba, sino se transforma.
De la transformación interior ha de brotar la transformación exterior.
“Mañana”, sería demasiado lejano.
¡El “Hoy” es demasiado importante!
Reclama nuestro cambio de mentalidad y de hábitos;
La capacidad de trabajar en equipo como resultado de la generación de confianzas,
Porque no somos rivales, sino hermanos.
La sepultura de la competencia ha de dar paso a la resurrección de la solidaridad.
El tiempo que tenemos es la vida que poseemos.
(María) Para quienes no nos comprendan, y puedan pensar que son “sueños de juventud”,  aun admitiendo que es una posibilidad, no puedo dejar de sorprenderme del número de personas que se han suicidado en el último tiempo a mi alrededor. Este fenómeno no distingue ni género, ni edad, ni rol alguno. Es la realidad que me está hablando con un lenguaje estremecedor.
Ahora cuando el día atardece, mi jornada de estudio comienza. Así como el fuego brilla en la noche, nuestras reflexiones son manantiales de luz que penetran nuestro ser. Esta experiencia se debería de multiplicar por todos los rincones de mi gran ciudad, y pueden aportar la energía que necesitamos para desenredarnos y comenzar a caminar. Es posible salir de nuestra parálisis de pensamiento y de acción.
Con mi antiguo paradigma de la competencia, pensaba muy diferente. Comenzaba siendo el centro yo, terminaba en ese mismo punto; siendo los otros, el reflejo de mis adversarios a quienes debería de vencer para conquistar mi éxito.
Ahora, el centro lo constituye los puentes que hay que construir. Puentes que solo podremos construir juntos. Puedo visualizar esa sinfonía brotando de la solidaridad. Y así me niego a permanecer en el pesimismo como fruto de la violencia y de la degeneración del ser humano ahogado por las drogas.
(Gabriel) En este sentido, ¡qué hermoso tiempo en que nos ha tocado vivir! En el que podemos ser protagonistas si nos atrevemos a responder a sus demandas. En esta megapolis en que nos encontramos, es posible salir de la ceguera y del clientelismo para darnos cuenta de nuestra verdadera realidad personal, social y ecológica.
Y así del desamparo en el que nos hemos sentido aprisionados, siento que es posible sentir la libertad para actuar finalmente como ciudadanos. Es una condición que no conocía, y ni me interesaba. Pero es la verdadera piedra angular para construir la nueva ciudad.
Que la libertad salga de nuestras priones,
Y nuestra larga noche conozca el amanecer.
Que el día nos encuentre preparados y despiertos,
Para actuar con responsabilidad y amor.
No sintiendo más como centro del Universo,
Sino como parte de su inmensa riqueza.
Ese gran futuro se fragua en nuestro presente,
Que no termina ni aquí ni ahora,
Sino que se prolongara en la infinitud y eternidad,
Donde los nuevos seres vivientes como nosotros podrán reír y cantar.
Allí donde nos encontremos tenemos una gran misión: poner nuestra inteligencia y nuestras manos al servicio de que todo tenga vida a nuestro alrededor; que la belleza sea la invitada permanente. Y la armonía de los seres humanos se entrelace con la del Universo. Es inútil que pretendamos seguir viviendo en un mundo totalmente artificial generado solo por el intercambio comercial sin fronteras ni limites.

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