domingo, 3 de julio de 2011

A New Society or a Social and Ecological Tsunami?

Leonardo Boff
Theologian
Earthcharter Commission

In my last article I offered the idea, supported by few, that the current crisis of capitalism is systemic and terminal, and not just a cyclical one. In other words: the conditions for the continuation of capitalism have been destroyed, either because it has reached the limit of goods and services that it can offer, because of the devastation of nature and unraveling the social relations, controlled by a market economy where financial capital predominates. The prevailing theory is that we can resolve the crisis, returning to the status quo ante, with minor corrections, thus guaranteeing growth, regaining employment and assuring profits. Consequently, everything would continue, with business as usual.
The injection of thousands of millions by the industrial States saved the banks and avoided collapse of the system, but it did not transform the economic system. Worse yet, the States' interventions facilitated the triumph of the speculative economy over the real economy. The former is considered the principal factor that unleashed the crisis, as it was run by real thieves, who put their own personal enrichment above the destiny of the peoples, as is seen now in Greece. The logic of maximum enrichment corrupts individuals, destroys social relations and punishes the poor, who are accused of impeding the injection of capital. The bomb remains, with its fuse intact. The problem is that anyone could ignite that fuse. Many analysts ask themselves fearfully: will the world order survive another crisis like the one we had?
French sociologist Alain Touraine maintains in his recent book, After the Crisis, (Después de la crisis, Paidós 2011), that the crisis will either accelerate the formation of a new society or become a tsunami, that can devastate everything in its way, putting our very existence on planet Earth in mortal danger, (p. 49.115). All the more reason to maintain the thesis that we are facing a terminal situation of this type of capital. It is extremely important to develop values and principles that could help create a new way of inhabiting the Earth, of organizing production and distribution goods, not just for us (anthropocentrism must be overcome) but for the whole community of life. This was the objective when elaborating The Earthcharter, urged by Michael Gorbachev who, as the former head of the Soviet Union, well knew the lethal instruments available to destroy down to the very last human life, as he has pointed out in several gatherings.
Approved by UNESCO in 2003, The Earthcharter contains in effect «principles and values for a sustainable way of living, as a common criteria for individuals, organizations, enterprises and governments.» It is urgent to study and to allow it to inspire us, especially now, as we prepare for Rio+20.
No-one can foresee what will come after the crisis. We have only hints. We are still in the phase of diagnosing its underlying causes. Unfortunately, it is mostly only economists are who are analyzing the crisis, and not sociologists, anthropologists, philosophers or cultural scholars. What is becoming clear is the following: there has been a triple separation: financial capital was separated from the real economy; the economy itself separated from society; and society in general, from nature. And this separation has created such a dust storm that we can no longer see the path to follow.
The “indignants” who fill the squares of some European countries and the Arab world, are putting the system in check. It is a bad system for most of humanity.  Until now, they were silent victims, but now they shout out loud. They demand not only jobs, above all, they are reclaiming fundamental human rights.They want to be subjects, this is, actors in different kind of society, where the economy is at the service of politics and politics serves the good living, the people themselves, and nature. Wishing is not enough. A world effort is needed, the creation of organs that can make possible a different way of coexisting, and political representation linked to general aspirations, and not to the market interests. We must rebuild social life.
I see many signs of the appearance of an eco-and-bio-centered world society. Its central idea will be the life-system, the Earth-system and humanity. Everything must be based on that.  Otherwise, it will be difficult to avoid a potential socio-ecological tsunami.
Leonardo Boff
07-01-2011


 
¿Una nueva sociedad o un tsunami social y ecológico?
201-07-01

  En mi último artículo lancé la idea, sustentada por minorías, de que estamos ante una crisis sistémica y terminal del capitalismo, y no es una crisis cíclica. Dicho en otras palabras: las condiciones para su reproducción han sido destrozadas, sea porque los bienes y servicios que puede ofrecer han llegado al límite por la devastación de la naturaleza, sea por la desorganización radical de las relaciones sociales, dominadas por una economía de mercado en la que predomina el capital financiero. La tendencia dominante es pensar que se puede salir de la crisis, volviendo a lo que había antes, con pequeñas correcciones, garantizando el crecimiento, recuperando empleo y asegurando ganancias. Por lo tanto, los negocios continuarán as usual.
Las mil millonarias intervenciones de los Estados industriales salvaron los bancos y evitaron el derrumbe del sistema, pero no han transformado el sistema económico. Peor aún, las inyecciones estatales facilitaron el triunfo de la economía especulativa sobre la economía real. La primera es considerada el principal desencadenador de la crisis, al estar comandada por verdaderos ladrones que ponen su enriquecimiento por encima del destino de los pueblos, como se ha visto ahora en Grecia. La lógica del enriquecimiento máximo está corrompiendo a los individuos, destruyendo las relaciones sociales y castigando a los pobres, acusados de dificultar la implantación del capital. Se mantiene la bomba con su espoleta. El problema es que cualquiera podría encender la espoleta. Muchos analistas se preguntan con miedo: ¿el orden mundial sobreviviría a otra crisis como la que hemos tenido?
El sociólogo francés Alain Touraine asegura en su reciente libro Después de la crisis (Paidós 2011): la crisis o acelera la formación de una nueva sociedad o se vuelve un tsunami, que podrá arrasar todo lo que encuentre a su paso, poniendo en peligro mortal nuestra propia existencia en el planeta Tierra (p. 49.115). Razón de más para sostener la tesis de que estamos ante una situación terminal de este tipo de capital. Se impone con urgencia pensar en valores y principios que puedan fundar un nuevo modo de habitar la Tierra, organizar la producción y la distribución de los bienes, no sólo para nosotros (hay que superar el antropocentrismo) sino para toda la comunidad de vida. Este fue el objetivo al elaborar la Carta de la Tierra, animada por M. Gorbachev que, como ex-jefe de Estado de la Unión Soviética, conocía los instrumentos letales disponibles para destruir hasta la última vida humana, como afirmó en varias reuniones.
Aprobada por la UNESCO en 2003, la Carta de la Tierra contiene efectivamente «principios y valores para un modo de vida sostenible, como criterio común para individuos, organizaciones, empresas y gobiernos». Urge estudiarla y dejarse inspirar por ella, sobre todo ahora, en la preparación de la Río+20.
Nadie puede prever lo que vendrá después de la crisis. Solo se presentan insinuaciones. Todavía estamos en la fase de diagnóstico de sus causas profundas. Lamentablemente son sobre todo los economistas quienes hacen los análisis de la crisis y menos los sociólogos, antropólogos, filósofos y estudiosos de las culturas. Lo que va quedando claro es lo siguiente: ha habido una triple separación: el capital financiero se desenganchó de la economía real; la economía en su conjunto, de la sociedad; y la sociedad en general, de la naturaleza. Y esta separación ha creado tal polvareda que ya no vemos los caminos a seguir.
Los “indignados” que llenan las plazas de algunos países europeos y del mundo árabe, están poniendo el sistema en jaque. Es un sistema malo para la mayoría de la humanidad. Hasta ahora eran víctimas silenciosas, pero ahora gritan fuerte. No sólo buscan empleo, reclaman principalmente derechos humanos fundamentales. Quieren ser sujetos, es decir, actores de otro tipo de sociedad en la que la economía esté al servicio de la política y la política al servicio del bien vivir, de las personas entre sí y con la naturaleza. Seguramente no basta querer. Se impone una articulación mundial, la creación de organismos que hagan viable otro modo de convivir, y una representación política ligada a los anhelos generales y no a los intereses del mercado. Hay que reconstruir la vida social.
Por mi parte veo indicios en muchas partes del surgimiento de una sociedad mundial ecocentrada y biocentrada. Su eje será el sistema-vida, el sistema-Tierra y la Humanidad. Todo debe centrarse en esto. De no ser así, difícilmente evitaremos un posible tsunami ecológico-social.

Leonardo Boff


Correo: opcion_porlospobres_chile@yahoo.com






Crisis terminal del capitalismo?
Leonardo Boff, 24-Junio-2011
Vengo sosteniendo que la crisis actual del capitalismo es más que coyuntural y estructural. Es terminal. ¿Ha llegado el final del genio del capitalismo para adaptarse siempre a cualquier circunstancia? Soy consciente de que pocas personas sustentan esta tesis. Dos razones, sin embargo, me llevan a esta interpretación.
          La primera es la siguiente: la crisis es terminal porque todos nosotros, pero particularmente el capitalismo, nos hemos saltado los límites de la Tierra. Hemos ocupado, depredando, todo el planeta, deshaciendo su sutil equilibrio y agotando sus bienes y servicios hasta el punto de que no consigue reponer por su cuenta lo que le han secuestrado. Ya a mediados del siglo XIX Karl Marx escribía proféticamente que la tendencia del capital iba en dirección a destruir sus dos fuentes de riqueza y de reproducción: la naturaleza y el trabajo. Es lo que está ocurriendo.
          La naturaleza efectivamente se encuentra sometida a un gran estrés, como nunca antes lo estuvo, por lo menos en el último siglo, sin contar las 15 grandes diezmaciones que conoció a lo largo de su historia de más de cuatro mil millones de años. Los fenómenos extremos verificables en todas las regiones y los cambios climáticos, que tienden a un calentamiento global creciente, hablan a favor de la tesis de Marx. ¿Sin naturaleza cómo va a reproducirse el capitalismo? Ha dado con un límite insuperable.
          Él capitalismo precariza o prescinde del trabajo. Existe gran desarrollo sin trabajo. El aparato productivo informatizado y robotizado produce más y mejor, con casi ningún trabajo. La consecuencia directa es el desempleo estructural.
          Millones de personas no van a ingresar nunca jamás en el mundo del trabajo, ni siquiera como ejército de reserva. El trabajo, de depender del capital, ha pasado a prescindir de él. En España el desempleo alcanza al 20% de la población general, y al 40% de los jóvenes. En Portugal al 12% del país, y al 30% entre los jóvenes. Esto significa una grave crisis social, como la que asola en este momento a Grecia. Se sacrifica a toda la sociedad en nombre de una economía, hecha no para atender las demandas humanas sino para pagar la deuda con los bancos y con el sistema financiero. Marx tiene razón: el trabajo explotado ya no es fuente de riqueza. Lo es la máquina.
          La segunda razón está ligada a la crisis humanitaria que el capitalismo está generando. Antes estaba limitada a los países periféricos. Hoy es global y ha alcanzado a los países centrales. No se puede resolver la cuestión económica desmontando la sociedad. Las víctimas, entrelazas por nuevas avenidas de comunicación, resisten, se rebelan y amenazan el orden vigente. Cada vez más personas, especialmente jóvenes, no aceptan la lógica perversa de la economía política capitalista: la dictadura de las finanzas que, vía el mercado, somete los Estados a sus intereses, y el rentabilismo de los capitales especulativos que circulan de unas bolsas a otras obteniendo ganancias sin producir absolutamente nada a no ser más dinero para sus rentistas.
          El propio aspecto del capital que creó el veneno es el que lo puede matar: al exigir a los trabajadores una formación técnica cada vez mejor para estar a la altura del crecimiento acelerado y de la mayor competitividad, creó involuntariamente personas que piensan. Éstas, lentamente van descubriendo la perversidad del sistema que despelleja a las personas en nombre de una acumulación meramente material, que se muestra sin corazón al exigir más y más eficiencia hasta el punto de llevar a los trabajadores a un estrés profundo, a la desesperación, y en algunos casos, al suicidio, como ocurre en varios países y también en Brasil.
          Las calles de varios países europeos y árabes, los “indignados” que llenan las plazas de España y de Grecia son expresión de una rebelión contra el sistema político vigente a remolque del mercado y de la lógica del capital. Los jóvenes españoles gritan: «no es una crisis, es un robo». Los ladrones están afincados en Wall Street, en el FMI y en el Banco Central Europeo, es decir, son los sumos sacerdotes del capital globalizado y explotador.
          Al agravarse la crisis crecerán en todo el mundo las multitudes que no aguanten más las consecuencias de la superexplotación de sus vidas y de la vida de la Tierra y se rebelen contra este sistema económico que ahora agoniza, no por envejecimiento, sino por la fuerza del veneno y de las contradicciones que ha creado, castigando a la Madre Tierra y afligiendo la vida de sus hijos e hijas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario