Juan Ayala es vocalista de una de las bandas más sonadas en los últimos años, Juana Fe, ya con tres discos en carrera y cientos de conciertos en Chile, Latinoamérica y Europa, han llevado su música y carnaval para informar del “capitalismo del desastre” que mantiene dormida a la población y “que hoy está a un ritmo endemoniado”, aclara. La banda además trabaja comunitariamente en los barrios, lo que marca su rol como músicos populares.
-Cuéntame de los inicios de la banda…
-Bueno, “Juana Fe” nace como idea el 2002, en discusiones con Gonzalo Ibáñez (guitarra) y Jaime Concha (bajo). El 2003 decidimos irnos a vivir con el baterista, Pancho Krauss, y más gente al Barrio Brasil, a la Casa Bar, donde comenzó a tomar cuerpo el proyecto. Ya el 2004 sacamos nuestro primer disco: “Con los pies en el Barrio”.
-¿Y qué proponían como banda en ese entonces?
-Desde la gestación del proyecto, fusionamos sonoridades afrolatinas y letras conscientes, inspiradas en el trabajo de la Violeta, Atahualpa Yupanqui, Rubén Blades. También la propuesta iba acompañada de un planteamiento que dice y sigue diciendo -no se ha echado para atrás en eso–, que la música es una herramienta de expresión política, y que lo político se convierte en todos los actos que se manifiestan a través del grupo, ya sean musicales, poéticos, melódicos. El carnaval es la herramienta con la cual nosotros decidimos trabajar.
-Ahora la policía persigue a quienes tienen cultivos de marihuana en sus casas. ¿Qué opinas?
-Nos ha afectado bastante. Tenemos amigos que tienen autocultivo, se ha puesto peligroso el asunto, al endurecer la ley y al considerar a la marihuana como droga dura, es mucho más riesgoso poder satisfacer tus necesidades de consumo. Nosotros somos consumidores de marihuana, nos gusta, como también nos gusta una manzanilla, un matico o condimentar las comidas con merkén, con orégano, al igual nos gusta condimentar el cerebro y el corazón con marihuana.
-¿Y sobre las que son realmente drogas duras?
-Estos tipos permiten solo las drogas que les sirven para controlar a la población: El alcohol, que estupidiza y embrutece los sentimientos de la gente, y la coca, la pasta base, que son drogas enajenantes. Todo lo que fomente la acción como gregaria, de discusión, de relajación, de autoconocimiento, lo van eliminando.
-¿Cuál es tu opinión acerca del monopolio de la comunicación?
-Nosotros nos vemos afectados directamente, porque en Chile para poder vivir de la música, tienes que sonar en la radio. Son 14 ó 20 radios que están divididas en cuatro consorcios transnacionales, y todas están segmentadas. Al final, te pueden tocar en tres o cuatro radios con cobertura nacional, no más.
-¿Y el 20% de música chilena que debería sonar en las radios?
-En Brasil creo que tocan sobre 50% de música brasilera. 20% es menos que lo mínimo que deberían hacer. Y es súper contradictorio, porque la ley es también para los medios oficiales ¿Y quién los escoge, cuáles son los parámetros? Además, se persigue a los medios más pequeños, siendo que las radios comunitarias son las que por lo general, tocan más música chilena.
-Ni un respeto…
-No lo tienen ante sus profesores, qué lo va a tener ante los artistas. Tiene que haber una política de Estado de manera más integrada para todos los creadores, no sólo para los músicos. Estamos súper desprotegidos a todo nivel. No tenemos ningún tipo de seguro social, ningún beneficio; la profesión, como músico, está súper tirada. El Estado no tiene ninguna preocupación hacia sus creadores.
-¿Cómo te informas?
-Bueno, de repente compro Punto Final, le hecho una mirada cuando puedo a Le Monde Diplomatique, El Ciudadano, páginas por Internet y ciertos blogs ciudadanos. Creemos que es importante empezar a fortalecer el tema de los medios independientes, a funcionar como bloque, en base a las similitudes, y dejar de lado un poco las diferencias entre colectivos y agrupaciones.
-¿Reconocerse?
-Estamos caminando en la misma acera; unos más adelante, unos más atrás, los más viejos van por el mismo lado, porque queremos construir una sociedad similar. Los poderosos en este momento –la oligarquía, la clase política apernada- que salió del Gobierno de la Concertación, están en desventaja, porque representan el arribismo, que es parte importante de la idiosincrasia del chileno: ‘Hueones’ que son capaces de juntarse con quienes los torturaron, con los que financiaron la dictadura.
-¿Qué opinas de que Los Jaivas tocaran en la reciente visita de Barack Obama?
-Hace tiempo nosotros dejamos de criticar a nuestro colegas, entendimos que es tan difícil poder desarrollar un proyecto que se prolongue en el tiempo que cada quien sabe dónde le aprieta el zapato.
-¿Qué mensaje hubieran dado en un escenario como ese?
-Tenemos una canción que se llama “El Yankee Man”, que es la figura de los gringos. Obama, al igual que Piñera, no son los patrones del fundo sino los capataces; el Presidente es el manager de las trasnacionales y los ministros, los gerentes de las empresas.
-¿El tema trata sobre eso?
-Es pintado. Dice: “Cuidado con el Gentelman que anda de traje nuevo y corbata”. Llega a un país pequeñito, como Chile, en el final del mundo, y viene a ver cómo están las inversiones, cómo van a ser los Tratados de Libre Comercio, hablando de su democracia a punta de cañones.
El Yankee Man es un personaje que ha estado presente en la historia de Latinoamérica los últimos 200, 300 años, y donde ve una oportunidad de negocio va. Ve cuáles pueden ser sus aliados estratégicos, que es el caso en la Unidad Popular y la familia Edwards: colocan platas a este medio, y éste se encarga de atraer gente de la CIA, inventar un nuevo organismo de represión, y tirar para abajo el gobierno del pueblo chileno.
-¿Alguna canción que despierte la masa y te vacile más el corazón?
-Sí. Hay una canción que ha generado los momentos más emotivos de la banda: Se llama “La Bala”. Se escribió con el objetivo de despertar la memoria y mantenerla para no olvidar que acá hubo una loca que se llamó Claudia López, que en esa época era bailarina de ‘El Espiral’, y por estar pintando un mural y estar haciendo actividades para preservar la memoria reciente, la mataron en La Pincoya, el ’98. Así, Daniel Menco, Matías Catrileo, Alex Lemún, Johnny Cariqueo. Personas que pensaban como tú, que tenían tu edad, estaban siendo asesinados con balas financiadas por el Estado, ellos no tenían armas.
-¿Qué piensas de la represión de los vendedores ambulantes en Temuco?
-Lo que impacta es que ya se chorearon, y se organizan, empiezan a darse cuenta que ante la necesidad de la contingencia, si no están organizados les van a pasar la máquina encima, y es bonito rescatar eso.
-¿Podrías ver Latinoamérica como ves el Barrio?
-Sí. Rubén Blades dice eso: Latinoamérica es un mismo barrio, lo que va cambiando son los sabores pero es una misma comuna…
…En México, con los argentinos nos poníamos a guitarrear, y no teníamos que ver ni con los brasileros ni con los peruanos o ecuatorianos. Se generan distintos barrios musicales dentro del mismo continente.
-Y en regiones ¿Cómo les va?
-Es distinto ir a la Patagonia, a Chiloé, a la zona central, al Norte… en el Norte comprenden perfectamente cómo se vacila porque están más acostumbrados al tema del carnaval. En el Sur, la gente es más dada al guitarreo con acordeón. Es más popular la ranchera, el chamamé; son dados a la feria costumbrista, a juntarse, a la comida, a la fogata. Del Sur tenemos mucho que aprender. En el Norte tenemos códigos comunes.
-¿Cómo fue tocar en Río Bueno?
-Río Bueno fue refrescante, nos metimos al río (risas). Tuvimos un anfitrión, un hombre que nos tuvo todo el día paseando, contando cómo funcionaba la zona. Y tremendo recital, diría la noche de la juventud, estaba lleno y comprendían perfectamente cuando hablábamos de salir a la calle. Se nos cortó la luz diez minutos y tocamos percusiones, hicimos dinámicas con la gente, fue muy bonito ver la recepción en Río Bueno. Un saludo a las radios comunitarias de Río Bueno.
-¿…Callejero?
-El Callejero fue la canción que nos abrió las puertas de la gente en sus casas; dijeron: “Ya. Vengan. Hagan música acá. Los invito a tomarse una oncecita, un copetito; vengan para acá”. Con Callejero nos dimos cuenta que queríamos hacer música popular.
-En una entrevista dices que la gente en Europa aprecia más la música ¿Por qué haces esa diferencia?
-Es que tienen más tiempo para disfrutar del arte. Dejan de trabajar a las siete de la tarde, hay tiempo para ir al teatro. Y como se han levantado de tanta guerra y desastre, disfrutan de una obra de teatro sin prejuicios.
En Chile es difícil hacer música, quizás sea el público más denso de Latinoamérica. Si no les gusta lo que estás haciendo, te pifian. Ni un respeto por el trabajo: “Ah, no me gusta. Me quedo callado”. No: “No me gusta, que se vaya”.
-¿Festival de Viña del Mar 2008?
-Nos fue rebien… nosotros somos el Monstruo.
-Cuéntame acerca del trabajo comunitario que desarrolla Juana Fe.
-Mira, hay muchos que dicen que hacen música popular, sin embargo, no le devuelven nada al pueblo. Lucran de conceptos populares, todo esto ahora con “la nueva cumbia chilena” y a la hora de los quiubos no son capaces de ir a hacer un taller a un colegio…
-…“La nueva cumbia”
-En términos del mercado es importante ponerle un nombre a los movimientos musicales, es más fácil venderlos, todos sacan beneficio. Le hace muy mal a la música tildarla como género, este concepto no lo inventaron las bandas, alguien le puso el nombre. Es bonito colaborar en repetir que no es nueva cumbia chilena, el que inventó el concepto tiene una visión muy sesgada en cuanto a la profundidad del movimiento.
-¿Les interesa la formación musical?
-Tenemos un proyecto educacional a mediano plazo: Nos gustaría tener una escuela de música popular. Las escuelas de música académicas te entregan una cagada de conocimiento y te cobran un ojo de la cara. Los ejemplos más bonitos no están ahí, sino en los profesores que hacen talleres en las escuelas básicas… esos tipos hacen un trabajo maravilloso, los que tienen orquestas juveniles. Antes lo hizo Manu Chao, Violeta Parra con su carpa, lo hizo Víctor Jara; es un tema que está presente en Latinoamérica. No estamos haciendo nada nuevo.
-¿Te sientes chileno?
-Sí, y entiendo que hay varios chiles. Antes que chileno, me siento palmillano. Porque vengo de La Palmilla. Es el barrio donde me crié, y no lo digo de una forma chauvinista o nacionalista, sino que el lugar tiene ciertas particularidades geográficas, climáticas, culturales, que te van dando una identidad, y eso se puede conquistar también. La cultura más recóndita está en las tradiciones familiares, finalmente.
-¿Qué opinas sobre el trabajo infantil?
-Me gustaría hablar de Cuba, cuando me dices eso. Le critican un montón de cosas y Cuba es una paradoja en sí misma. Lo que más me impactó, cuando fuimos, es que no hubiera trabajo infantil. Una señora nos dijo: “Mira, yo sé que acá tenemos hartas carencias y nos faltan hartas cosas, pero la tranquilidad de que tu hijo pueda salir a jugar a la calle, que no le pase nada, y que pueda tener acceso a educación y se pueda desarrollar intelectualmente no tiene ningún precio, y si tengo que comerme un plato de arroz con habichuelas todos los días para que eso pase, lo hago”.
-¿Y en Chile?
-Es parte de las políticas económicas del Estado que haya droga en los barrios, problemas de delincuencia, armas, prostitución infantil; les conviene perfectamente al modelo de estos culia’os. No tienen otro nombre, son unos sinvergüenzas, no les interesa que el pueblo se desarrolle ni pueda tener tiempo para divertirse…
-¿Ese sería el mensaje al Gobierno de turno?
-De repente habría que reemplazar la palabra “culia’o”, pero póngale bien dura a estos “desgraciados”, yo creo. Porque son inhumanos; quienes están hoy día en el Gobierno, los ministros, la ministra del Sernam (Servicio Nacional de la Mujer), el mismo Presidente, son unos “carerraja”. Yo creo que esa es la palabra.
-¿Vacilar consciente?
-Sí, lúcido y consciente. Tomarte tu copete, pero saber tomar también. Fumarte un pitito, pero no andar volado ni curado todo el día, porque te van a hacer tonto. A los mapuche, históricamente les pasó eso. Hay una opinión que es bien personal, no completamente de la banda, pero yo creo que hay que estar consciente de que vivimos en una guerra de baja intensidad.
-¿A qué te refieres?
-Quienes están en el poder, son enemigos de un pueblo que se quiere organizar y ahora adelanta sus propias políticas y demandas. Aquí es pecado hablar de reforma agraria, educacional, donde los derechos más mínimos del pueblo son constantemente pasados a llevar. Tienen fuerzas de orden y militares que están a su favor. O sea, cualquier tipo que se salga del rebaño, van y lo criminalizan…
-Como a los mapuche…
-Claro. La guerra de baja intensidad es una guerra hipócrita. Dicen: “Estamos en democracia”, pero te intervienen los celulares, controlan los medios de comunicación, lo que tienes que decir, consumir, estudiar; cambian constantemente la historia del país, van borrando la memoria.
Es como una ocupación. Chile es un país ocupado por las transnacionales, y por las familias que gobiernan desde el Centenario, más las nuevas familias arribistas que quieren pertenecer también a este círculo de poder en asociación con los grandes capitales.
-¿Podemos replicar? El carnaval está prohibido en Chile…
-Sí. El principio del carnaval en Latinoamérica, impulsado por los pueblos andinos, por los pueblos esclavos, sigue siendo la herramienta para combatir. En el Gobierno, hoy están los herederos de quienes fundaron el país y firmaron el tratado de 1810, prohibiendo el carnaval a pocos años de conmemorar su independencia. “Bueno, lo primero, los rotos no pueden celebrar, porque los hue’ones tienen que trabajar y construirnos el país”. Su idea es mantener al pueblo dopado. Y el carnaval es liberación, es burla. Cuando el poderoso pasa por delante el carnavalero le hace una reverencia, y cuando se da vuelta escupe al suelo y sigue celebrando y riéndose de todas las cosas que le están oprimiendo. ¿Por qué? Porque es una manera de quitarle la gravedad a la wueá y no dejar que se metan en tu corazón. Vacilar consciente habla de eso: Hacer una letra puntuda, con un ritmo bailable, con la que no te comprai el cuento.
-¿El cuento de Piñera?
-Mira, Piñera tiene 2.200 millones de dólares, pero igual está loco. Tiene los brazos cortos, y lo más probable es que no se haya probado una cacha rica hace cuánto tiempo.
El mismo tema de la sexualidad, o sea, Santiago es una de las ciudades más estresantes. ¿Por qué? Porque yo creo que hay un tema de frigidez y de eyaculación precoz súper grande. Porque la gente no tiene tiempo de poder disfrutar con su pareja, ya sea hombre, mujer, lesbiana, homosexual.
-¿Y tú? ¿Estás disfrutando con tu pareja?
-Yo sí, siempre he disfrutado. Es una conquista disfrutar de tu pareja, quitarle tiempo a lo que te plantea el sistema y disfrutar de tu sexualidad a concho, no solamente en el plano sexual-físico, sino que aprender de la sexualidad. Es un tema que le hace mucho mejor a la misma sociedad.
-¿Qué opinas del aborto en Chile?
-Tu cuerpo es un campo en el cual de ninguna manera se pueden meter. Tiene que ver con la libertad de consumo, de que tú puedas consumir lo que quieras, que puedas tener derecho a tener un hijo o no.
-¿Qué proyectos se vienen para adelante?
-Tenemos la gira por Argentina los primeros días de abril, que es también parte de lo que queremos hacer ahora, empezar a viajar más por Latinoamérica. El mismo camino que hemos hecho en Europa tres años, empezar a hacerlo acá también. Es importante saber lo que está pasando en Bolivia, en Venezuela y los otros países.
Por Pía Sommer Catalán
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