Estimados Estudiantes/as: Ha sido un gran honor y motivo de grandes aprendizajes haberlos acompañado durante el año 2011. Lo que ferviente deseo es que sean buenas personas, buenos ciudadanos: pensantes, reflexivos, cultos y activos. http://2011eda.blogspot.com/ http://healing-bioenergia.blogspot.com/ http://oracionydialogo.blogspot.com/ Atte. jlflores, facilitador.
lunes, 11 de julio de 2011
http://www.ftc.cl/home_archivos/noticias/allende_12_07_10.html
Discurso de Salvador Allende en la Plaza de Los Héroes de Rancagua , con motivo de la promulgación de la ley que nacionalizó la Gran Minería del Cobre
Los mitos de la democracia chilena al desnudo en libro de Felipe Portales
Por : Juan Andrés Guzmán en Actualidad y Entrevistas Publicado: 30.09.2010
En pleno festejo del Bicentenario el sociólogo Felipe Portales publicó el segundo tomo de Los mitos de la democracia chilena, una obra que pide moderación a la celebración patria y nos recuerda que una y otra vez el Estado ha recurrido a la violencia para mantener el orden. Portales muestra que la democracia es una señora poco querida por todo el espectro político que recurre al cohecho sin reparos. Entre los ejemplos notables que incluye este libro hay que destacar un editorial de El Mercurio contra el sufragio universal que deja helado.
En pleno festejo del Bicentenario el sociólogo Felipe Portales publicó el segundo tomo de Los mitos de la democracia chilena, una obra que pide moderación a la celebración patria y nos recuerda que una y otra vez el Estado ha recurrido a la violencia para mantener el orden. Portales muestra que la democracia es una señora poco querida por todo el espectro político que recurre al cohecho sin reparos. Entre los ejemplos notables que incluye este libro hay que destacar un editorial de El Mercurio contra el sufragio universal que deja helado. También sorprende como la violencia sucede y se olvida y vuelve a suceder. Portales muestra que guardamos varios cadáveres en el desván de nuestra República. Y de esa habitación a la que casi nunca queremos entrar, Portales rescata la matanza de La Coruña, crimen político que, según el autor, casi fue borrado de la historia. Esa capacidad chilena para borrar y olvidar la historia e inventarse un brillante y demócrata pasado, es uno de los fenómenos que más impacta a este investigador. “Es esperable que en todos los países haya una distorsión de la mirada histórica, una idealización del pasado para reforzar la identidad nacional, pero me parece que en Chile eso se ha exacerbado”, dice.
-¿En qué pudo observar nuestra distorsión histórica?Por ejemplo, en el registro y la ninguna relevancia que se les da a las masacres. En el periodo que abarca este libro hay una que prácticamente despareció de los textos: la matanza de La Coruña, ocurrida en 1925, la segunda mayor masacre en la historia de Chile después de la de Santa María de Iquique. Según las distintas fuentes murieron ahí entre 300 y 600 personas, pero ese hecho no está registrado ni siquiera en muchas obras actuales. Curiosamente, Gonzalo Vial la analiza bastante in extenso, pero hay muchos que no la mencionan. Ausencias como esas, de las que hay muchas, van ayudando a generar el mito de que Chile ha gozado de una democracia paradójicamente desde el mismo 1925. Quizás se intuye que la historia es muy dura y muy distinta a la que conocemos y justamente por eso no se quiere entrar en ella.
-El presidente Arturo Alessandri (1920-1925) no queda bien parado en este libro. Tampoco la Constitución de 1925 que usualmente se cita como más democrática que la actual.
Respecto de la Constitución, lo que ocurre es que ese es un texto que fue impuesto. No se elaboró a través de una Asamblea Constituyente, como se había prometido, sino que la hizo un grupo reducido, nombrado a dedo por Alessandri. Y hay testimonios de que, en los temas cruciales, Alessandri siempre impone su punto de vista. Luego, para que fuera aprobada, recurrió a la presión militar y finalmente fue ratificada a través de un plebiscito que no cumplió con ninguna de las condiciones básicas de una elección libre. De hecho ni siquiera fue secreta porque los votos eran ¡de colores! Y lo peor es que cuando Hans Kelsen, un famoso constitucionalista clásico alemán, revisó el texto, fue lapidario: dijo que tenía disposiciones que estaban muy cerca de una dictadura.
-Sin embargo, junto con esa Constitución se establece el sufragio universal y un mecanismo para evitar el cohecho.
Es verdad. Pero como el resultado de esa primera elección no le gusta a la elite, restablecen el cohecho hasta 1958, es decir durante 33 años más.
-¿Qué pasó en esa primera elección?
Que José Santos Sala, un candidato que sólo apoyaba el Partido Comunista y partidos menores, sacó cerca del 30% de los votos. Eso aterrorizó al establishment y al mes siguientes hicieron un decreto en el que se volvía a autorizar a los partidos a hacer sus propios votos, lo que permitía el cohecho. Ese sistema se siguió usando hasta la elección de 1958, cuando por primera vez tenemos un sistema electoral que respeta la opinión de la gente y no la distorsiona. Hasta ese año siguió operando el cohecho.
-¿Cómo funcionaba el cohecho?
Fundamentalmente se le permitía a los partidos que produjeran sus propios votos. Y los votos eran distintos de modo que el apoderado del partido, en el recuento, podía chequear voto a voto quienes habían cumplido con su compromiso. Luego llevaban a los votantes a la secretaría política para pagarles.
-En su texto usted cita un editorial de El Mercurio muy impresionante. Allí se afirma que si no existiera el cohecho, pasaría algo peor: que la masa ignorante que “apenas sabe dibujar su firma”, entregue el poder a gente que les quite el capital.
Ese es el miedo característico que provocan los sectores populares. Y ese temor está presente también en los sectores medios que ven con pavor a esa masa que no tiene casi nada. Eso explica por qué el Partido Radical acepta y consolida el cohecho. O sea, no es sólo la derecha tradicional, con El Mercurio y el Diario Ilustrado, sino también los partidos de clase media. Por otra parte, los partidos de izquierda no están muy conscientes de la necesidad de cambiar el sistema. Incluso recurren al cohecho, aunque en una escala menor. Finalmente el respeto a lo que la masa opina no parece ser muy importante para nadie. Lo que no es extraño porque en ese entonces socialistas y comunistas no apreciaban las democracias y sufren radicalizaciones que no se concretan en avances democráticos reales. Solo la Falange Nacional planteará que es necesaria una “cédula única” para votar, pero a partir de los ‘50 cuando se ve claramente que son el partido más perjudicado.
-Leyendo la editorial de El Mercurio me acordé de algo que sostiene el abogado Fernando Atria: que la Constitución del ‘80, a través del sistema binominal, los quórum y el Tribunal Constitucional, lo que pretende –y logra con éxito- es quitarle poder a la mayoría. Me acordé de eso porque ese editorial de El Mercurio muestra que la elite ha tenido siempre presente la idea de controlar los “riesgos” del voto universal.
Sí. La derecha ha sido coherente en buscar que los que “apenas dibujan su firma”, no puedan elegir. Siempre ha tenido claro que el sufragio universal es malo. Y lo cierto es que han logrado, con la Constitución que hoy tenemos, que se conserven las formalidad de la elección pero no sus “riesgos”. Jaime Guzmán, uno de sus artífices, fue muy gráfico al explicar lo que quería. Dijo que era mejor diseñar un sistema que permita que gobiernen los otros, pero en una cancha donde no se puedan hacer cosas muy distintas a las que nosotros haríamos. Ese rayado de cancha explica muy bien por qué seguimos viviendo en el Estado neoliberal y autoritario que dejó Pinochet, pues el sistema hace imposible hacer otra cosa que las que la derecha habría hecho. A eso hay que agregar un ingrediente que Guzmán ni siquiera se imaginó: que la Concertación tuvo tal viraje en sus concepciones económicas, culturales y sociales, que abandonó sus proyectos de modificación profunda del sistema social. Lo cierto es que el liderazgo de la Concertación, de manera pacífica, consolidó y legitimó lo que la dictadura impuso a sangre y a fuego. La derecha ha mostrado ser muy consistente. En cambio, la centro izquierda es una cosa más gelatinosa y no ha entendido mucho lo que significa ser demócrata.
-El mito dice también que la clase media ha sostenido la democracia en Chile, pero en su libro aparece muy dispuesta una y otra vez a mirar para otro lado en función del orden.
Claro, la dictadura de Ibáñez es un ejemplo. A él lo apoyó la oligarquía pero el sostén más directo está en el Partido Radical y el Partido Demócrata. En general, todas las fuerzas políticas, cuando llegan al poder hacen lo mismo: para preservar el orden violan la Constitución sin ningún problema. Muchas veces, por ejemplo, uno encuentra sólidos discursos de los radicales en contra de los abusos. Por ejemplo, cuando está la discusión de la Ley de Seguridad Interior del Estado los radicales dicen que es “la muerte de la democracia”, que es “la ley orgánica del fascismo”. Dos años después, cuando llegan al poder, no sólo no modifican esa normativa sino que agregan nuevas leyes restrictivas.
-Eso es un poco lo que le ha ocurrido hoy a la Concertación con los mapuches. Varios dirigentes se arrepienten de haber aplicado la Ley Antiterrorista contra los mapuches cuando fueron gobierno.
Claro. Fuera del poder se vuelve al discurso demócrata.
-¿Qué encontró usted sobre la relación entre chilenos y mapuches?
Algo interesante es que hay un período muy poco conocido en el cual Chile hace un intento de integración pacífica de los mapuches. Eso dura hasta 1860 e incluye comisiones a la zona en las que participa hasta Antonio Varas, en 1849. Durante todo ese periodo se reafirma que lo que hay que hacer es buscar la integración pacifica de los mapuches y se escriben textos resaltando las virtudes de ese pueblo. Ignacio Domeyko se queda un año en la zona y hace un libro muy apologético. En el mismo tono escriben Lastarria y Vicente Pérez Rosales: hay que integrar al mapuche pacíficamente. Pero de repente esto gira en 180 grados. Y todo lo positivo que se atribuía a ese pueblo pasa a ser demonizado.
-¿Por qué?
Entre otras cosas porque hay un boom del precio del trigo a nivel mundial y el valor de la tierra sube exponencialmente. Entonces, la oligarquía chilena ve estas 10 millones de hectáreas que ocupan los mapuches y dice, “tenemos que ocuparlas”. No es el único factor pero es decisivo, pues lleva a argumentar que estos salvajes están mal usando ese territorio. Entonces se empieza a deshumanizar al indígena, se lo trata de bárbaro. En eso la prensa fue es muy importante. El Mercurio de Valparaíso, por ejemplo hizo una campaña de varios años, sistemática y colaboró mucho en dar vuelta la concepción que se tenía de los indígenas como seres valorables.
-Después de leer la cantidad de muertos que ha costado mantener el orden en Chile, queda la sensación, constantemente olvidada, de que el recurso a la violencia no empieza con Pinochet, que es más bien parte de una larga tradición.
Él la exacerba, pero la violencia es un rasgo que está en nuestra forma de ser.
-¿De dónde viene eso?
Uf, quien sabe. A veces parece que esa mentalidad viniera de la Guerra de Arauco. Este es el país más violento de toda América. En el resto del continente los indígenas fueron sometidos rápidamente, aquí no. Chile es una sociedad de frontera, con una guerra permanente, que a veces es abierta, pero que muchas veces está latente. Y era una guerra muy compleja porque había indígenas a ambos lados y se pasaban de un bando a otro. El caso de Lautaro es un gran ejemplo: un indígena domesticado que mata al conquistador. Es como un enemigo interno.
En la historia chilena hay un recurso permanente a la violencia. Se trata de no usarla, pero se llega a ella tarde o temprano En Santa María de Iquique el coronel Silva Renard, que ordenó disparar a la multitud, estima que hay unas 7 mil personas. Igual ordena abrir fuego. Las cifras sobre las víctimas varían entre 200 y 3 mil personas, pacíficas, sin armas. Creo que es e la peor matanza de la humanidad en tiempos de paz: por el número de víctimas y por lo pacífico del movimiento.
-¿Cree usted que sea violencia puede reaparecer?
Creo que la parte positiva de la dictadura, por decirlo de alguna manera, es que la lucha dada por las familias de los detenidos desaparecidos y por los torturados marcó un quiebre histórico en esa forma de reaccionar. Antes las masacres se olvidaban de inmediato, todas. Y ni siquiera había registro. Algo hemos avanzado en estos 200 años. Sin embargo, después del terremoto me encontré en un texto en la página editorial de La Nación que decía que había que fusilar en el acto a los que estaban robando… Es decir, en el diario de gobierno, durante Bachelet se decía eso… Frente a muchos problemas tendemos a pensar que se solucionan con violencia.
Los mitos de la democracia chilena
desde la conquista hasta 1925
Felipe Portales
Catalonia, Santiago, 2004, 464 páginas
Rafael Gumucio Rivas*
Felipe Portales es un ensayista profundo y documentado. En su libro anterior, La democracia tutelada, denunció valientemente la tutela militar y reaccionaria de la llamada “Democracia de la Transición”, que ha sido posible por la conversión de los líderes antidictatoriales al modelo neoliberal imperante y la timidez de los gobiernos de la Concertación, respecto a las presiones de un ejército profundamente antidemocrático, dirigido por uno de los más corruptos dictadores de América Latina.
En Los mitos de la democracia chilena, Felipe Portales se aboca al estudio de nuestra historia nacional, desde la Conquista hasta 1925. Este libro es mucho más que una simple monografía: pretende ser el primer tomo de una historia nacional, escrita desde una perspectiva de derechos humanos, muy diferente a la historiografía conservadora, cuyo signo central es la concepción del siglo XX democrático como una perpetua decadencia, desde el dorado período autoritario del régimen portaliano hasta la penetración de las capas medias y, finalmente, el triunfo de un proyecto democrático popular con Allende. A su vez, Felipe Portales, con razón, difiere del obrerismo y de la mecánica concepción economicista de los procesos históricos de que hacen gala Hernán Ramírez Necochea, Luis Vitale, y Julio César Jobet.
El libro se titula Los mitos de la democracia lo cual significa, según su etimología, leyendas o relatos. ¡Qué más mitológico que los araucanos presentados por el poeta Ercilla, que por amor eran transformados en grandes héroes, asimilables a la mentalidad del conquistador! Los personajes Caupolicán, Lautaro, Galvarino, Fresia, Colo Colo, y otros, son más bien una invención que una copia de la realidad, así como los héroes en la mitología griega, cuestionada por filósofos como Sócrates y Platón. Este mito fundacional ha influido decisivamente en el doble estándar con que el romanticismo de los héroes de la independencia chilena consideró a nuestros predecesores. El modelo clásico, indómito y luchador y la realidad actual: el indio flojo, borracho, abusador y violento. Los chilenos, durante el siglo XIX, fueron mucho más genocidas que los conquistadores: los relatos de crímenes cometidos contra los indígenas espantan a cualquier conciencia sana y respetuosa de los derechos humanos; en Magallanes se coleccionaban penes de indios asesinados; en la Araucanía se les mataba o se les cortaba las orejas y la lengua, sin mencionar otro tipo de tormentos.
El mito tiene también otra acepción, desarrollada por el gran filósofo cristiano, Emmanuel Mounier, quien proponía una lucha sin cuartel contra los mitos autoritarios del siglo XX: el estalinismo y el fascismo. En este caso el mito es, claramente, una falsificación y embellecimiento de la realidad que, necesariamente, hay que combatir en la búsqueda de la verdad histórica. La democracia chilena, hasta 1925, ciertamente fue un mito: en primer lugar, en el siglo XIX, tanto en su etapa pelucona como liberal, los presidentes entendían la democracia sólo como la expresión del poder autoritario del jefe del gobierno y de su camarilla; por ejemplo, el mitológico Portales no tuvo nada de la autoridad impersonal atenida a la ley, inventada por el spengleriano Alberto Edwards. De la ley, de las constituciones, del respeto por los opositores, este pragmático del poder se burlaba a mandíbula batiente. Para él, los chilenos se dividían entre los buenos y los malos siendo los primeros borregos, seguidores del poder y, los segundos, los rebeldes, como O´Higgins, Freire y los Pipiolos. “El peso de la noche” no es más que la inexistencia en Chile de personas creativas, nerviosas y contestatarias. Es por el oscurantismo, provocado por los borregos y serviles, que este país no perdonó ni siquiera las cenizas de ese gran revolucionario latinoamericanista, Francisco de Bilbao, y es quizás el único caso en América que un porcentaje de la población siga haciendo homenajes a uno de los peores tiranos de América, cuyo caso de latrocinio a los fondos fiscales, sólo es equivalente al del “Benefactor” Rafael Leonidas Trujillo, de República Dominicana.
Felipe Portales cita una frase del ministro Diego Portales, que retrata de cuerpo entero su desprecio por la ley: “En Chile, la ley no sirve para otra cosa que no sea producir la anarquía, la ausencia de sanción, el libertinaje, el pleito eterno, el compadrazgo y la amistad... De mí sé decirle, que con ley o sin ella, esta señora que llaman la Constitución hay que violarla cuando las circunstancias son extremas. Y qué importa que lo sea, cuando en un año la parvulita ha sido tantas por su perfecta inutilidad” (pág.5). Con razón, el historiador Alberto Edwards sostenía que el Chile era una república solamente porque no existía el principio dinástico. Pienso que Chile republicano murió el 11 de septiembre de 1973. Hoy tenemos el dominio de una casta carente de virtud y heredera del autoritarismo, y el presidente de la república tenía y tiene más poderes que cualquiera de los reyes absolutos Borbones. Por ejemplo, en el siglo XIX era el único elector: su voluntad de hierro se imponía en las provincias por medio de los gobernadores, instrumento servil del poder. Durante todo el período autoritario y liberal, los partidos opositores fueron excluidos del senado de la república; el cargo de presidente era el resultado de la nominación de su antecesor en el poder. Nunca pudo vencer un opositor por más popular que fuera. Así cayeron derrotados el empresario emprendedor, Urmeneta, el triunfador de la Guerra del Pacífico, Manuel Baquedano, Benjamín Vicuña Mackena, el progresista intendente de Santiago y gran historiador, José Francisco Vergara el brillante ministro de Santa María. El solo apoyo de los conservadores significaba la automática pérdida del favor presidencial y el exilio político.
Durante el régimen autocrático de los decenios fueron perseguidos los pipiolos y, a partir de los gobiernos liberales, aliados a los radicales, lo fueron los conservadores. Solamente dos o tres próceres de este último partido pudieron llegar al senado: Carlos Walker, Manuel José Irarrázabal y Zorobabel Rodríguez. De tanto estar lejano al poder, el partido conservador se convirtió en el más radical defensor de las libertades públicas. Felipe Portales cita una conversación entre ese hombre de principios que era Abdón Cifuentes y el autoritario presidente Federico Errázuriz Zañartu: ingenuamente, pregunta al presidente cuándo va a haber en Chile elecciones libres de la intervención del poder ejecutivo, respondiéndole Errázuriz que jamás el poder ejecutivo haría dejación de su facultad de nombrar a dedo a parlamentarios.
Quien, dentro de los gobiernos liberales, planteó con más cinismo este desprecio a la democracia, fue Domingo Santa María al corregir al autor de su biografía: “Entiendo el ejercicio del poder como una voluntad fuerte, directora, creadora del orden y de los deberes de la ciudadanía. Esta ciudadanía tiene mucho de inconsciente todavía y es necesario dirigirla a palos (...). Entregar las urnas al rotaje y a la canalla, a las pasiones insanas de los partidos, con el sufragio universal encima, es el suicidio del gobernante, y no me suicidaré por una quimera. Veo bien y me impondré para gobernar con lo mejor y apoyaré cuanta ley liberal se presente para preparar el terreno de una futura democracia. Oiga bien: futura democracia” (pág.5). Las caricaturas de la época de Balmaceda presentan al marqués Irarrázabal como un peligroso comunero, amigo de Luisa Michel, que por esos días visitaba a Chile. Mi abuelo, Rafael Luis Gumucio, fue toda su vida un encarnizado defensor de las libertades públicas que, según él, constituían el centro de la doctrina conservadora, y se alejó del partido cuando éste apoyó al fascismo en la guerra de España, y al ex dictador Carlos Ibáñez en los años cuarenta.
Felipe Portales dedica un capítulo completo a destruir la mitología difundida por historiadores marxistas como Julio César Jobet, Luis Vitale y Hernán Ramírez, en el sentido de que Balmaceda, uno de los tantos suicidas heroicos de nuestra historia, habría sido un líder aristocrático, un liberal rojo, que defendió la industrialización y la nacionalización del salitre, coincidiendo con la tesis del historiador británico, Blakemore. Felipe Portales ubica el conflicto, que llevó a la más feroz guerra civil del siglo XIX, en su verdadera dimensión multicausal, superando así el mecanicismo de algunos historiadores marxistas que supeditan los procesos históricos al aspecto económico. Es cierto que existió un compromiso, bastante corrupto, entre los parlamentarios y las empresas salitreras inglesas; sin embargo, como lo sostiene Blakemore, los intereses de Thomas North, más que todo un especulador de la Bolsa de Londres, eran contradictorios con otras compañías también inglesas, como la casa Gibss. Es difícil pensar en una política nacionalizadora en el contexto ultraliberal, predominante en el Chile del siglo XIX; sin embargo, la oligarquía del pasado, al menos, cobró el 50% de la venta del salitre, y la actual Concertación en el gobierno apenas propone el 3% de la venta del cobre, que prácticamente ha triplicado su precio de 80 centavos a un dólar veinticinco la libra. Mucho más antipatriótica es la posición de los herederos de Pinochet, que se niegan a aprobar cualquier impuesto a las abusivas y expoliadoras empresas extranjeras.
Organismos internacionales etiquetado de transgénicos
http://www.elciudadano.cl/2011/07/11/organismos-internacionales-etiquetado-de-transgenicos/
Como un triunfo histórico luego de veinte años de activismo califican, las organizaciones de consumidores de todo el mundo, la decisión del Codex Alimentarius que legitima el etiquetado de transgénicos y libra de represalias a los estados que protejan el derecho a saber qué comemos en nuestros platos.
Por más de dos décadas Monsanto, Bayer, Pioneer Dupont, Dow y otras empresas que participan del CODEX impidieron acuerdos en ese sentido, protegidas por los gobiernos de Estados Unidos.
La Comisión del Codex Alimentarius fue creada en 1963 por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su nombre en inglés) y la Organización Mundial para la Salud (OMS) para desarrollar normas alimentarias y reglamentos referidos a la alimentación.
Consumers International (CI) y sus organizaciones miembros celebraron la victoria de ayer (miércoles 6 de julio), con los reguladores de más de 100 países, tras el acuerdo de largo plazo en el etiquetado de organismos genéticamente modificados (GM).
En Chile no existe etiquetado de transgénicos. Múltiples iniciativas en ese sentido han sido boicoteadas por las transnacionales productoras de estos alimentos, con el apoyo de los gobiernos. En 2001 un decreto del ministerio de Salud que llevaba la firma de la entonces Ministra Bachelet y del Presidente Lagos, quedó guardado sin que se promulgara, después de haber atravesado todas las barreras administrativas y legales, por una decisión política que sólo puede explicarse por la presión de las empresas transnacionales. A eso se le debe sumar el reciente veto presidencial de Piñera.
Los productores de transgénicos sostienen que son los alimentos orgánicos y libres de transgénicos los que deberían ser etiquetados. Es el mundo al revés. Argumentan que los consumidores están prejuiciados contra los transgénicos, y que no lo harán porque además el etiquetado subiría los costos, como explicó Miguel Ángel Sánchez, de Chile Bio, recientemente en un foro en que debatió con Red de Acción para los Plaguicidas y su Alternativas RAP-Chile sobre el tema.
Actualmente el Senado discute nuevamente una iniciativa sobre etiquetado. Pero el gobierno de Piñera NO incluye el etiquetado de alimentos en su proyecto de introducción de transgénicos al mercado interno, presentado en marzo de este año al Senado como “indicaciones sustitutivas” de un proyecto anterior que estaba sin movimiento desde 2008.
OBAMA CAMBIÓ POSTURA OFICIAL
La Comisión del Codex Alimentarius, integrada por organismos reguladores sobre la seguridad de los alimentos, lleva más de dos décadas tratando de resolver este tema. La delegación de Estados Unidos que hasta ahora había obstruido todo acuerdo en favor del etiquetado, ahora cambió de posición. No hay aún información oficial sobre las razones de este vuelco, aunque en el mundo cada vez hay más ciudadanos informados de los dañinos impactos de los transgénicos en la salud humana y en el ambiente, a partir de estudios en animales de laboratorio y últimamente en Canadá, en una investigación que se llevó a cabo con madres embarazadas que consumen maíz transgénico, donde se descubrieron vestigios de la proteína Cryab1 – una toxina insecticida del maíz transgénico- en la sangre de las madres y sus fetos.
En Estados Unidos no se etiquetan los transgénicos, al contrario de lo que ocurre en Europa.
El martes, durante la cumbre anual que está realizando el Codex en Ginebra, la delegación de Estados Unidos retiró su oposición al documento de orientación del etiquetado a los OGM, por lo que el acuerdo se convertirá en un texto oficial del Codex.
De esta manera, cualquier país que etiquete los transgénicos ya no enfrentará la amenaza de una demanda legal de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Esto se debe a que las medidas nacionales adoptadas sobre la base de orientaciones y normas del Codex no pueden ser impugnadas como barreras al comercio.
ETIQUETADO EN PERÚ
Edita Vilcapoma, de la Aspec (Asociación Peruana de Consumidores), en representación de Consumers International en la reunión del Codex en Ginebra, dijo:
“La introducción reciente en el Perú de etiquetado de los alimentos GM enfrenta la amenaza de una demanda legal de la OMC. Este nuevo acuerdo del Codex significa ahora que esta amenaza ha desaparecido y el derecho del consumidor a ser informado ha sido asegurado. Esto es una importante victoria para el movimiento global de consumidores”.
El acuerdo también reconoce los enormes beneficios de monitorear la salud, y de ofrecer a los consumidores información transparente sobre la presencia de los alimentos modificados genéticamente. Hasta ahora era muy difícil establecer los efectos en la salud de los norteamericanos derivados de su ingesta de transgénicos, dada la falta de etiquetado, y el alarmante aumento de casos de cáncer y otras enfermedades crónicas sólo podía ser asociado indirectamente a ese factor.
El delegado principal de Consumers International en el Codex, y científico principal de Consumers Union de los Estados Unidos, el doctor Michael Hansen, declaró:
“Estamos particularmente satisfechos de que la nueva orientación reconoce que el etiquetado de transgénicos, esto se justifica como una herramienta para el monitoreo posterior a la comercialización. Esta es una de las razones clave por lo que queremos que todos los alimentos modificados genéticamente deban ser etiquetado – de modo que si los consumidores comen alimentos modificados, serán capaz de conocer e informar a los reguladores si tiene una reacción alérgica u otra situación adversa”.
El hito del etiquetado es particularmente bien recibida por las organizaciones miembros de CI en África, que han estado luchando en nombre de sus consumidores por el derecho a ser informados sobre los alimentos transgénicos. Samuel Ochieng, presidente emérito de Consumers International y director ejecutivo de la Red de Información al Consumidor de Kenia, dijo:
“Si bien el acuerdo está a la altura de la demanda de larga data del movimiento de consumidores para la aprobación del etiquetado obligatorio de alimentos GM, esto sigue siendo un importante hito para los derechos del consumidor. Felicitamos Codex por ponerse de acuerdo sobre esta guía, que ha sido buscada por los consumidores y los reguladores en los países africanos durante casi veinte años. Esta guía es una excelente noticia para los consumidores del mundo que quieren saber lo que contienen los alimentos en sus platos”
REACCIÓN EN MÉXICO
En México, Fernando Calvillo, director de El Poder de El Consumidor declaró en un comunicado: “Es histórico este día para la salud de todos los habitantes del mundo al reconocerse el derecho de las naciones a etiquetar los productos con transgénicos. Este paso histórico se pudo concretar debido a que los Estados Unidos cambiaron su tradicional rechazo al etiquetado por la aprobación y, de ese modo, quedaron definitivamente incorporadas al Codex las nuevas directrices. Este es un paso trascendente en relación a la salud y los derechos de los consumidores y al papel regulador que los Estados deben ejercer velando por el interés público. En efecto, estas nuevas normas permiten a las legislaciones locales avanzar en controles más efectivos sin riesgo de ser sometidos a denuncias ante la OMC“.
“Los consumidores tenemos el derecho a estar informados sobre los componentes de los productos y este derecho era amenazado por las empresas que advertían acudir a la OMC si se establecían etiquetados para advertir a los consumidores si un producto contenía transgénicos. Ahora el Codex reconoce ese derecho y los Estados ya no tendrán justificación para no reconocer este derecho a sus consumidores“, señaló el director de EPC.
Por Lucía Sepúlveda Ruiz
Imagen: siluz.blogspot.com
Suscribirse a:
Entradas (Atom)