SOMOS CIUDADANOS, NO SOMOS CLIENTES NI CIEGOS
Por: José Leandro Flores facilitador http://2011eda.blogspot.com/
Reflexiones de ciudadanos del nivel medio de educación de adultos.
1. La fuente de nuestros derechos y deberes.
Mi nombre es Gabriel, y formo parte de la experiencia de educación de adultos. Una instancia para valorar la información, reflexión y aplicación en nuestra vida cotidiana de aquellos principios y valores que encontramos en nuestros diálogos ciudadanos. Y considero que lo nuevo es que ahora podemos analizarlos y reflexionar juntos como ciudadanos, es decir sintiéndonos personas que somos parte de una sociedad, de la cual somos corresponsables de su devenir. Esto es posible cuando nuestra experiencia de educación no se reduce a una transmisión de datos, sino en un espacio para desarrollarnos en lo cognitivo, emocional y espiritualmente.
Esto nos induce a buscar la información yendo más allá de los estadios de desinformación que provienen de los monopolios mediáticos. Ya esto constituye para mí, María, un verdadero descubrimiento, al darme cuenta como grandes temas de interés social y público son ignorados y ocultados con alta frecuencia. Así mismo es algo nuevo para mí poner las cosas en su contexto; de modo que ya no quedo conforme con saciarme con las “noticias”, sino que busco los “temas”, que conllevan análisis, historia y presentación de los procesos.
Efectivamente, Gabriel, que hay una gran diferencia como de la tierra al cielo en los dos ámbitos a que te refieres. Algo similar me pasaba a mí, al punto de desinteresarme por completo de la “cosa pública”, y no me daba cuenta que estaba permitiendo el despojo de lo más esencial de mí: ser un ente social. Lo cual es la fuente de mis derechos y deberes. Atributos que me llevan a ocuparme y preocuparme por la suerte de la sociedad a la cual pertenezco. Y no puedo dejar por ningún motivo en manos de una clase política que se apropie de nuestro destino.
Por eso me alegro de contar con esta experiencia de educación que nos orienta a ocuparnos responsablemente de nuestra formación y educación. Es decir, responderme a las preguntas: ¿Qué es lo necesito aprender? ¿Cómo lo puedo aprender? Y ¿Cómo lo debo aplicar? Esto es un aprendizaje significativo, útil y práctico. Hecho del cual emana una mayor disposición e interés de mí parte, porque me doy cuenta que nuestra formación en nuevos conocimientos, valores, y con conciencia ciudadana y ecológica es de lo más importante en este periodo de la Historia que nos toca vivir y actuar, y no solo contemplar o ignorar con indiferencia.
Este cambio de mentalidad me induce a un cambio de sensibilidad. Hoy puedo comprender que uno no tiene ningún derecho a reclamar del mal estado del sistema social y ecológico si uno no hace nada por mejorarlo o cambiarlo. Al mismo tiempo que puede admirar a quienes son personas generosas con sus semejantes, poniendo su tiempo y capacidades en la tarea de buscar el bien común.
Efectivamente, toda persona está revestida de una ciudadanía que le da su carta de pertenencia a una sociedad, a un pueblo, a una Historia; sin dejar de tener en cuenta que “pertenecer” significa “participar”. La pertenencia en forma pasiva se convierte en una forma de ser parásito. Es importante, entonces, que tengamos conciencia que la fuente de derechos y deberes somos nosotros mismos, por el hecho de ser personas.
2. Las sociedades han comenzado a cambiar como lo está haciendo la Naturaleza.
Sabias las personas que aprenden a interpretar los signos de la Naturaleza; y necias las que no las atienden. En este periodo en que claramente la Naturaleza esta expresándose por todas partes del globo terráqueo, me siento interpelada por la Naturaleza, la misma que nos alimenta, de quien provenimos y a quien volvemos, como al seno de una madre.
Mi desafío es entender y establecer una comunicación amorosa y permanente con la Naturaleza, tal como ella lo hace conmigo. De tal manera, que la definición de ser un ser comunicacional o un ser social por naturaleza no me distraiga ni aparte de aquella primera realidad y condición: la de ser energía. Esto es lo que todos tenemos o somos en común en medio de la gran diversidad. Y considero que quedarnos o absolutizar la diversidad ha sido un grave error. Por ejemplo, el antropocentrismo.
Ese camino nos ha llevado a una sociedad a encerrarse en sí misma y desconectada del mundo. Una sociedad así, es una sociedad artificial y perjudicial para sí misma y para la Naturaleza. ¿No te parece, Gabriel?
Efectivamente, María, creo que esto ha sido nuestro error histórico como humanidad de este periodo. Y es evidente que la Naturaleza no da más. Y en esta relación no hay empate, sino que claramente somos nosotros como especie los que llevamos la de perder. El Universo tiene miles de millones de años, nosotros somos un punto en dicha línea del tiempo. Por eso debemos reaccionar con intuición, amor y creatividad.
La Historia conoce de revoluciones, pero hoy día, pienso, que necesitamos de la revolución hacia dentro de nosotros mismos, es decir, que cambiemos nuestra forma de pensar y de actuar. Tenemos que para el consumismo desenfrenado; irracional, no solo por quienes son víctimas, sino también por quienes lo impulsan valiéndose de la publicidad sin ética.
Me parece que este camino si bien es arduo, es posible asumirlo con disciplina, coraje e imaginación. Si bien debo reconocer que antes de esta experiencia de educación de adultos con enfoque andragógico, también reconozco que es maravilloso plantearse estos desafíos para vivir. Creo que el odio tiene muchas caras, y una de ellas es la indiferencia como consecuencia del egocentrismo. Creo que tenemos que globalizar la energía del amor hecho solidaridad.
No perdamos los sueños.
El día en que nos quedemos sin ellos, será el ocaso de nuestra especie.
No importa la edad; importa la energía que sostiene y mueve la vida.
¿Dónde la buscaremos? ¿Dónde la encontraremos?
En la inocencia de todos los seres que nos rodean. Esa inocencia que calla, y nos grita desde el silencio, desde la noche, desde la paz. Nuestra razón necesita complementarse con nuestro espíritu .
Si trabajamos nuestro desarrollo espiritual con la misma intensidad con que hemos desarrollado nuestra racionalidad, entonces estaremos listos para inaugurar una nueva Humanidad.